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Alternativas contra el dolor
Terapia física, bloqueo epidural, manejo quiropráctico o cirugía son algunas de las opciones para tratar las dolencias de la columna vertebral
Está formada por 26 huesos que protegen la médula espinal y permiten que nos mantengamos de pie o nos podamos inclinar sin problemas.
Así son las vértebras. Las mismas que se pueden lesionar, lo que puede alterar la estructura de la columna y el tejido que las rodea. Y lo que, con el paso del tiempo, va a causar dolor y afectar el diario vivir de la persona.
La degeneración de discos
Existe un sinnúmero de dolencias que afectan la columna vertebral. Una de las más comunes es la degeneración de los discos, señala el quiropráctico José I. Calbetó Vaillant, quien atiende estos casos con manipulación quiropráctica, fisioterapia con láser frío y una modalidad llamada descompresión espinal (spinal decompression).
“Es una combinación de tratamiento que ha mostrado ser muy efectiva, aunque en unos casos más que en otros. Todo va a depender de la severidad de la dolencia en cada individuo”, señala Calbetó, quien destaca que son tratamiento indoloros y no invasivos.
El quiropráctico destaca que en todo proceso inflamatorio, como pasa generalmente, la reacción a cualquier tratamiento es mucho mejor si la persona lleva una buena calidad de vida. Se refiere a la importancia de que la persona se mantenga activa haciendo ejercicios, dándole movimiento a las coyunturas y llevando una buena alimentación.
Por ejemplo, aconseja una alimentación antiinflamatoria, con alimentos altos en omega 3, como puede ser el salmón, el atún blanco y las sardinas, entre otros, así como verduras. De la misma forma, recomienda no ingerir alimentos que contribuyen a la inflamación, como las harinas, los alimentos fritos o procesados y las carnes rojas.
Bloqueos y ablación por radiofrecuencia
Hay pacientes que no mejoran con la terapia conservadora, señala por su parte el fisiatra Marco Pérez Toro, subespecialista en manejo de dolor.
“Para estos pacientes se podría considerar el uso de los bloqueos que ofrecen los especialistas en manejo de dolor intervencional, una subespecialidad de fisiatría y anestesiología”, explica el especialista, mientras resalta que el bloqueo se logra inyectando al paciente un antiinflamatorio o anestésico directamente al área de la columna que se considera la fuente de dolor.
“Hoy día, el médico utiliza un fluoroscopio (rayos X) que permite la visualización del área afectada mientras se lleva acabo el procedimiento. Esto permite mayor precisión y efectividad mientras se minimiza el riesgo de complicaciones. Aparte de dar alivio y mejorar la calidad de vida, estos procedimientos también podrían facilitar la recuperación del paciente”, agrega Pérez.
En ese sentido, dice que para ciertas condiciones, el médico de manejo de dolor podría ofrecer procedimientos más avanzados como lo es la ablación por radiofrecuencia. Se trata de un procedimiento que involucra la destrucción de pequeños nervios cerca de la columna vertebral resultando en alivio de dolor en una área específica, pero sin afectar la función motora o sensorial del cuerpo.
Pero irrespectivo del procedimiento de manejo de dolor que esté indicado, el doctor Pérez Toro también entiende que la dieta, el ejercicio, la modificación de actividades y el seguimiento médico para otras afecciones de salud física o mental, es esencial durante este tipo de tratamiento.
Las cirugías
De otra parte, tanto Calbetó Vaillant como Pérez Toro coinciden en que, cuando es necesario, se recurre a la opción quirúrgica en manos de un ortopeda o neurocirujano.
“No se deja como última opción por no tener buenos resultados. Se deja para el final porque, al ser la opción de tratamiento más invasiva, lógicamente, es la que posiblemente tiene más riesgos”, abunda el cirujano de columna Fernando Villamil.
De hecho, hoy día con las nuevas técnicas y tecnología, este tipo de cirugía tiene entre un 85 a un 95 % de éxito dependiendo del tipo de procedimiento, agrega el cirujano.
“Los estudios más recientes de los prestigiosos centros de columna en los Estados Unidos han demostrado que las nuevas técnicas no sólo conllevan a mejores resultados y satisfacción del paciente, sino que también logran una recuperación mucho más corta y con menos dolor postoperatario”, explica Villamil.
Según el cirujano, hoy día la mayoría de estos procedimientos quirúrgicos se hacen por lo que se conoce como cirugía mínimamente invasiva. Significa que, contrario a como se realizaban hace cinco o diez años atrás (o que todavía se realizan en algunos centros), las incisiones se han podido reducir a tan pequeñas como una pulgada.
“Esto no significa que las cirugías son más pequeñas ahora. La realidad es que los procedimientos que realizamos hoy día siguen siendo considerados como cirugía mayor, con la gran diferencia que la forma de realizarlas es menos invasiva y con menor trauma a los tejidos por lo que el paciente sufre menos”, explica Villamil.
Precisamente, el cirujano dice que en el pasado un paciente operado de la espalda requería de una hospitalización prolongada de al menos cinco días que podía implicar además una estadía de uno o dos días en la unidad de cuidado intensivo.
De ahí el paciente atravesaba una larga recuperación cuyo resultado final podía tardar en verse un año o más. Esta situación atrasaba la posibilidad de que la persona volviera con relativa prontitud a su rutina normal.
“Con la tecnología moderna, la mayoría de pacientes operados de la espalda o el cuello, lo que están en el hospital es uno o dos días en la mayoría de los casos.
Típicamente a las tres o cuatro semanas ya están manejando un auto y en seis a ocho semanas más han comenzado una rutina de ejercicios. A los seis meses la mayoría de los pacientes ha regresado a una vida prácticamente normal en gran parte de los casos”, expone Villamil, tras subrayar que lo importante es que los pacientes conozcan que tienen opciones para no vivir con el dolor.
“Sea una terapia física, un bloqueo epidural, manejo quiropráctico o una cirugía, siempre habrá una alternativa de tratamiento para cada paciente”, afirma Villamil.
Causas frecuentes
• Hernia discal: Los discos intervertebrales, que permiten el movimiento articular de las vértebras se salen de su lugar por una sacudida fuerte y brusca.
• Artritis: inflamación de las articulaciones que causa dolor.
• Lumbalgia: dolor que se localiza en la zona lumbar, pero es frecuente que se irradie hacia las nalgas y los muslos.
• Espasmos: los músculos se vuelvan tensos o rígidos.
• Escoliosis: enfermedad que causa una curvatura hacia los lados de la columna vertebral o espina dorsal. Las curvas suelen tener forma de S o de C.
• Espondilolistesis: Los cambios por el envejecimiento y el desgaste natural, dificultan la tarea de las articulaciones y ligamentos de mantener la espalda en la posición adecuada. Entonces, las vértebras se mueven más de lo debido, y al hacerlo, pueden deslizarse hacia adelante o encima de otra, y es probable que comiencen a presionar los nervios raquídeos.
• Estenosis lumbar: sucede cuando el espacio alrededor de la médula espinal se reduce y ejerce presión sobre la médula y los nervios raquídeos.
• Tensión muscular y malas posturas
• Fibromialgia; dolor crónico generalizado
Fuente: Recopilado por El Nuevo Día
Vía @gfrmedia.com
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